Artículo de Esmeralda López Muñoz
Un poco de información sobre esta variedad teatral tan practicada
- LOS ORÍGENES: UN POCO DE HISTORIA
A pesar del gran desarrollo que tuvo el teatro en las antiguas civilizaciones griega y romana, ya sabemos que se produjo una grieta temporal que eliminó prácticamente todo vestigio de teatralidad del panorama cultural europeo durante varios siglos. Las primeras manifestaciones volvieron a surgir en la Edad Media, vinculadas a las iglesias y al culto religioso que se celebraba en ellas. Al principio, se trataba de hacer partícipes a los fieles de la historia sagrada a través de algo más que la lectura de las escrituras bíblicas durante la misa. Ni siquiera había una conciencia actoral, ni de actuación, sino que simplemente se pretendía poner en actos lo que siempre se había leído. Las iglesias se convirtieron así en el lugar ideal para llevar a cabo este tipo de representaciones, siempre englobadas dentro de alguna celebración litúrgica. Poco a poco, una rama del teatro fue desacralizándose, y mientras que el teatro religioso seguía creciendo dentro de las iglesias, que tantas posibilidades ofrecían, las nuevas manifestaciones profanas tuvieron de buscar otros lugares debido a lo inconveniente que podía resultar la representación de ciertos temas dentro del recinto sagrado de las iglesias. Los lugares más utilizados fueron los pórticos de las propias iglesias, o las plazas y calles de ciudades y pueblos. Unas de las primeras fiestas en las que el teatro salió a la calle fueron el Carnaval y el día del Corpus.
- ESENCIA
El teatro de calle lo dirigen unos actores que no pueden o no quieren actuar en un recinto cerrado, al corazón de un público que no puede permitirse el lujo de pagar para asistir a una representación a un teatro propiamente dicho. Además, muchas veces, el público al que se dirige ni siquiera está dispuesto a presenciar lo que los actores les van a mostrar, por lo que la esencia del teatro de calle es la dificultad en estado puro. Y a todo ello se une el hecho de que los espectadores, viandantes, ni más ni menos, tienen unas características sociales tan distintas que es prácticamente imposible contentarlos a todos con el mismo espectáculo, por lo que los encargados del hecho teatral callejero tienen que utilizar toda su originalidad para intentar engancharlos a todos, de ahí que las representaciones que obtienen sean generalmente tan poco convencionales.
- LA CALLE COMO ESPACIO TEATRAL: INCONVENIENTES Y VENTAJAS
Si ya dentro de un teatro, con todas las comodidades que éste representa en los aspectos artísticos y técnicos, es difícil acoplar cada nueva producción al lugar que se le asigna, tratar de iluminar o proyectar la voz en la calle para lograr un resultado perfecto es un reto del que no siempre se puede salir airoso. Tampoco se dispone de un marco escénico concreto en el que desarrollar la actividad, lo cual puede ser tanto un inconveniente como una ventaja, ya que permite muchísima más libertad de movimientos, pero es complicado imaginar el espacio teatral preciso a la hora de crear el espectáculo y se hace necesario adaptarlo casi de forma improvisada. No se puede hacer ostentación de grandes escenografías, ni de enormes cantidades de atrezzo, ni tampoco de un montón de cambios de vestuario, porque los desplazamientos fáciles son imposibles. Sin embargo, los actores callejeros tienen algo que ninguno de los demás tiene: la cercanía total con el público; poder tocarles la mano, obtener una respuesta directa o encandilar a todo tipo de espectadores son en la mayoría de los casos, las mejores recompensas.
- MODALIDADES
Debido a las dificultades técnicas a las que nos referíamos, a la imposibilidad de controlar cada sonido y cada parlamento, el teatro de calle es esencialmente popular, mucho más orientado hacia la mímica, los gestos y la expresividad que a la voz, destacando así modalidades relacionadas con el mimo, los títeres, la pantomima o la danza. La actividad teatral desarrollada en la calle permite a muchos profesionales sin trabajo estable poder seguir haciendo aquello para lo que se han preparado, y también abre un mundo de posibilidades para todos aquellos grupos amateurs que se proponen aprender de la forma más dura, pero a la vez, más gratificante.
El teatro de calle es una invitación para todos los públicos a asistir a un espectáculo digno y no siempre tan reconocido como debería. Gracias al esfuerzo incondicional de todos los artistas callejeros, los pueblos y ciudades tienen siempre ese colorido especial que les faltaría a la Plaza Mayor de Madrid, o a las Ramblas de Barcelona si ellos no estuvieran, porque envuelven a los paseantes con sus números y sus fantasías. Y una vez más nos demuestran, que la vida misma es el más grande de los teatros.
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